La crisis económica que sacude al mundo y con fuerza a un país dependiente como el nuestro, a pesar de ser ocultada o minimizada por el gobierno, se va desnudando con furia en los últimos meses, y los que estamos en salud lo vivimos todos los días.
Los bajos sueldos que no llegan a la canasta básica familiar, la falta de insumos, los presupuestos insuficientes y recortados se dan tanto en salud como en educación y en la casi nula generación de trabajo.
La inflación se ha comido nuestros sueldos y esta crisis ha generado miles de desocupados.
La precarización laboral de los trabajadores de salud es moneda corriente. Trabajos insalubres, mal pagos y con la figura de monotributo encabezando la lista de contrataciones. Esta condición libera al contratante de toda responsabilidad en las obligaciones de relación de dependencia, generando despidos arbitrarios, falta de aportes jubilatorios, obra social, aguinaldo, aseguradora de riesgo de trabajo, y negando al profesional la posibilidad de capacitación, avalado por el centro de salud al que pertenece. Sumando a esto, guardias de 24 horas con insuficiente cantidad de profesionales.
Esta forma de trabajo, que se ha naturalizado, se da tanto en lugares públicos como privados, y avergüenza a quien lo recibe cuando por necesidad no puede decir no.
Los profesionales de la salud, estamos obligados a desempeñar nuestra tarea con total responsabilidad, con el compromiso moral que asumimos desde el momento en que decidimos trabajar por una mejor calidad de vida de nuestros pacientes, aún en condiciones desesperantes y sintiendo además que somos el último eslabón por donde se corta la cadena cuando la realidad se asoma de manera reveladora.
Y esto ha quedado plasmado con la epidemia del dengue y la gripe A sufrida en el 2009 que mostraron un sistema de salud público y privado que se cae a pedazos.
Somos profesionales que trabajamos todos los días con personas que nos muestran su realidad, desde donde afirmamos que esta política de salud beneficia a pocos y deja indefensa a la mayoría.
Desde este lugar es que hemos decidido agruparnos para intentar revertir esta nefasta condición. Creemos que se puede.
Un grupo de trabajadores de un sanatorio privado de nuestra ciudad, lograron, trabajando en conjunto, conseguir un contrato en blanco, luego de estar varios años como monotributista, también consiguieron aumento salarial bioquímicos de una clínica privada y formaron un grupo de trabajo sobre esta problemática en el Colegio de Bioquímicos de Córdoba.
Contando con estos logros y concientes del largo camino por recorrer, es que pretendemos consolidar un grupo multidisciplinario de trabajadores de la salud que quieran sumarse a la lucha para mejorar las condiciones laborales y por una salud popular, uniéndonos a los demás sectores que luchan por transformar la Argentina.
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