EL DURO CAMINO HACIA LA ESPECIALIDAD...

En la década del 50-60 aparecen por primera vez en nuestro país las especialidades médicas de creación directa, lo que implicó que ya no fuese necesario, pasar años siendo médicos generalistas. Éste es, básicamente, un modelo yanqui, creado luego de la segunda guerra mundial.

Dos de las formas actuales de acceder a las diferentes especialidades son: la concurrencia y la residencia, en ambas se accede por concurso. La principal diferencia entre ambas, es que la residencia es rentada, mientras que la concurrencia se realiza en forma gratuita debiendo pagar mensualmente en la UNC.

Los médicos en formación, tenemos que cumplir muchas veces con las responsabilidades propias de los médicos de planta, sobre todo haciéndonos cargo de las guardias, de los centros de salud, lo que representa utilizar un recurso humano fundamental para el funcionamiento de las instituciones a mucho menor costo. Esto se hace más evidente en los centros privados, donde las becas son mucho menores, a pesar de trabajar más horas diarias con mayor número de guardias, y muchas veces a cargo de las mismas ya en el primer año de la formación.

En la mayoría de los lugares, tanto públicos como privados, no contamos con ART, por lo cual, el seguro de accidente es pagado por cada uno de nosotros.

Según el ámbito en el que nos desempeñamos, estamos sujetos a un determinado reglamento, el cual, invariablemente, se ajusta a la conveniencia de las instituciones privadas, priorizando los deberes y ninguneando los derechos de los médicos en formación cuando, por ejemplo, no se especifica el número máximo de guardias a cumplir, o cuando una cláusula estipula un mínimo de 6 guardias y en la práctica no se respeta esto, quedando siempre supeditado a los requerimientos de las instituciones.

Por todo lo expresado, que es sólo una mínima reseña de lo que está sucediendo, sería oportuno que todos los médicos en formación nos unamos para defender nuestros derechos, priorizando la “formación” con planes docentes que sean cumplidos cabalmente; exigiendo que el trabajo sea supervisado por especialistas y sobre todo luchando para que no exista mas el trabajo gratuito.

Habrá que desandar un camino sinuoso y escabroso en la lucha por la defensa de los derechos de los médicos residentes y concurrentes, pero no podemos seguir sucumbiendo ante semejantes atropellos e injusticias tan arraigadas en el derrotero de la formación médica.